Desde que la burbuja inmobiliaria nos estalló en la cara, el precio de la vivienda solamente ha bajado un 12%.
Es una media, en algunos lugares ha bajado un 25%-30% y en otros apenas se ha notado (centro de las ciudades, lugares con intereses creados, sitios con alta demanda), pero en ninguno de ellos ha bajado tanto como se pronosticaba y se debía.
The Economist sitúa a España como el tercer país donde los pisos están más sobrevalorados y afirma que, en general, el precio es un 50% más alto.
Muchos dudamos, incluso el FMI y el Banco de España -que ya no hace una a derechas-, de la veracidad de las cifras que el Ministerio de Vivienda y el Instituto Nacional de Estadística (INE) dan por buenas. ¿Qué jurado se cree a pies juntillas la versión del culpable? Como en CSI, mejor que hablen las pruebas.
Comprar un piso debería ser ahora un 30% más barato como mínimo, habiendo aún dulces caperucitas que esperan que esto pase. Pero aquí hay que tener un instinto de lobo feroz para espiar los intríngulis financieros y ver cómo los bancos son los mayores distorsionadores del precio de la vivienda.
Como principales propietarios de pisos, los bancos están tocando el tam-tam al que se mueven los precios a pesar de que los carteles se pudren en ventanas y fachadas, y que el Euríbor bajo, el sentido común y el contexto favorecen una mayor bajada.
En lugar de bajar los precios, los bancos mejoran las condiciones de financiación de las cuatro hipotecas que están dando a sus elegidos. Ahora los únicos chollos que se encuentran son los de dos o tres vendedores de pisos de segunda mano desesperados que firman una cantidad coherente, aunque bajo mercado, con tal de deshacerse del piso.
Los bancos mantienen su orgullo, igual que los promotores que se niegan a bajar porque perderían dinero. Los de siempre, siempre estorbando.
Pensar que, después de pinchar la burbuja con una aguja de plata, el precio de la vivienda experimentaría una caída libre es un escenario idílico, invariable por el cemento que pega el ladrillo al modelo productivo español.
Estamos abocados a la construcción y de ahí no nos saca ni Popeye con ración extra de espinacas. ¿Sabías que los Ayuntamientos ganaron 40.000 millones de euros con tejemanejes inmobiliarios?
Ni la subida del IVA ha sido capaz. La venta aumenta minucias respecto a 2009 y el precio disminuye migajas respecto a los rascacielos de cifras de 2008. Como siempre, sentémonos a esperar hasta que los bancos quieran (o hasta que les ahogue el stock).
Cojonudo, real como la vida misma, pensar lo contrario seria seguir engañandonos.
Desde luego que es mejor conocer la realidad y afrontarla, para fantasías ya están las películas de animación y Walt Disney.