Todavía recuerdo cuando una amiga mía, cuyo padre era director de una sucursal del BBVA, me decía hace más de 10 años que cuando se comprara un piso iba a hacerlo con una hipoteca multidivisa, a ser posible en yenes.
A mí todo eso me sonó a chino, y mira que los yenes son japoneses. Mi amiga juraba y perjuraba que su padre, como entendido en la materia, le recomendaba esta hipoteca porque tenía muchas ventajas, sobre todo en el precio.
Durante los años del boom inmobiliario esta misma idea se vendió a mucha gente, que picó, pecó y ahora se arrepiente.
La banca ofreció hipotecas multidivisa como algo genial, rompedor, novedoso. Al trapo entraron los que ahora tienen el sambenito de listillos por haber querido un préstamo más barato, que basaba su buen precio en otra moneda más débil que el euro, lo que hacía posible una cuota más baja.
Lo que no calcularon, supongo, es que si esa moneda cambiaba su cotización, la hipoteca subiría como lo ha hecho, incrementando la cuota a pagar mes a mes y también la deuda a pagar.
Precisamente en esto, en el desconocimiento de los riesgos que se estaban asumiendo y en la ignorancia de lo que podía pasar con una hipoteca multidivisa, se han basado algunos juzgados de primera instancia, como los de Madrid y Barcelona, para dar la razón a dos abogados con hipotecas multidivisa que demandaron a sus bancos.
Estaban tan contentos que no esperaban que, tras la apelación del banco, la audiencia provincial (paso siguiente en la escala judicial) diera la razón a los bancos. Es lo que está pasando ahora en masa: después de una racha de varapalos judiciales a la banca por las hipotecas multidivisa y de esperanzas para los afectados, ahora las tornas se han invertido y el varapalo se lo están llevando los hipotecados.
Así como antes no importaba el perfil del que tenía la hipoteca, ahora sí influye, con lo que los jueces están considerando que las personas con estudios universitarios tenían que haberse informado mejor antes de firmar y que no es culpa del banco que no entendieran un producto tan complejo como éste. El colmo de los colmos es que no sólo reciben la reprimenda del juez sino que se quedan como están y les toca pagar las costas judiciales.
Para los 65.000 afectados por hipotecas multidivisa que se calcula que hay en España, de los que sólo se cree que denuncia en torno al 7%, la esperanza viene ahora de Europa. El Tribunal de Justicia de la Unión Europea acaba de dar un palo a las hipotecas multidivisa húngaras, lo que podría acabar por contagiarse a España.
Mientras ocurre, el último asalto en nuestro país, tras las sentencias negativas de las audiencias provinciales, se ju(z)gará en el Tribunal Supremo dentro de un año. A esperar… Y entretanto a seguir rogando y con el mazo dando.