¿Sabías que tú, como buen pagador de la hipoteca mes a mes, eres el avalista que presentan los bancos cuando piden dinero? Antes se prestaban bastante entre sí, pero como ahora nadie se fía de nadie, recurren al Banco Central Europeo (BCE).
Cogen miles de hipotecas, las meten en paquetitos que llaman cédulas hipotecarias, y las venden por ahí para conseguir dinero. Como pagando la hipoteca somos más cumplidos que un luto, utilizan hasta el 60% de nuestros préstamos, según la Asociación Hipotecaria Española (AHE). Lo han hecho siempre, desatándose en 2011 y 2012, y yendo por el mismo camino en 2013.
Aunque a veces lo parezca, por los multimillonarios sueldos y pensiones que se ponen los banqueros y por la alegría con la que prestaron pasta durante el boom inmobiliario, los bancos españoles no tienen una maquinita para fabricar el dinero.
O sí, si nos convencemos de que somos su cajero automático. Por un lado nos cobran altísimos intereses por la hipoteca y, por otro, utilizan los préstamos que pagamos religiosamente como garantía de que van a devolver el dinero que se les presta.
¿Suena a coña, verdad? A nosotros escatimándonos para nuevas hipotecas mientras utilizan nuestro buen comportamiento como pagadores para asegurarse que a ellos sí les prestan.
¿Entonces por qué esa pasta luego no nos llega a nosotros en forma de nuevos préstamos, si lo reciben a intereses muy bajos, a veces incluso sin intereses? Dar el dinero con cabeza a quien parece que será buen pagador no es tirarlo sino invertir en beneficios para el banco.
A pesar de todo el ruido mediático en torno a los desahucios, que por supuesto son un drama, en España la morosidad en las hipotecas está en el 3,4%. ¿Es que hay alguien en su sano juicio que deje de pagar para fastidiar al banco, cuando el precio es tal alto como perder la vivienda?
Sabiendo que nos usan de avalistas, tampoco entiendo por qué los bancos han sido reacios a negociar las hipotecas cuando alguien, realmente en apuros, les ha propuesto un buen acuerdo para las dos partes.
Así les ha pasado a algunas entidades, que por avariciosas se han quedado con más pisos y menos hipotecas de los que hubieran querido. Y eso que los mayores morosos no hemos sido los ciudadanos, que tenemos grabado a sangre y fuego que pagar el piso es lo primero que se hace y lo último que se deja de hacer en esta vida.
Los grandes caraduras, y con un trato preferencial que no hemos tenido ni tendremos nunca, han sido las promotoras, constructoras, inmobiliarias que arrimaron su sardina al ascua del ladrillo, que parecía tan jugosa.
El colmo es que luego han dejado de pagar al banco y, como consecuencia, unas veces nos hemos quedado sin piso y otras sin préstamo, porque -echándoles la culpa- la banca al unísono ha cerrado el grifo.
Ellos verán. Si quieren seguir usando las hipotecas para conseguir dinerete fresco, ya se pueden poner las pilas, porque con el bajón del 31,6% que han metido las hipotecas en noviembre, se van a quedar con poco que ofrecer a sus prestamistas. No se han firmado ni 20.000 préstamos y eso que este año se esfumaba la desgravación fiscal y subía el IVA de los pisos nuevos del 4% al 10%. Otro fiasco de medida.