Parece mentira pero es así: los pisos siguen son igual de caros que durante la burbuja inmobiliaria. La vivienda se ha abaratado de media en España másde un 30%, pero como los intereses han subido una jartá im-prezionante, el resultado es que cuestan un 27% más y son igual de inaccesibles que antes de la crisis.
Nuestro gozo en un pozo. Es igual que el precio haya bajado, si te cobran a millón las hipotecas. Es igual que la vivienda esté ajustando su precio si los salarios, en el mejor de los casos se han congelado, y en el peor han bajado como si alguien los hubiera empujado rodando por unas escaleras.
Los jóvenes y no tan jóvenes lo seguimos teniendo crudo para comprar. O tienes ahorros o te comes los mocos. O tienes un trabajo estable, con una buena nómina, y tu pareja también, o ahora no te compras un piso ni juntando los descuentos que vienen en las tapas de los yogures.
La cosa está tan mal por la precarización que estamos sufriendo a marchas forzadas, que la clase media está desapareciendo poco a poco. Los morosos que dejan de pagar la hipoteca van a pasar de ser un 5,1% este año a ser un 6% el que viene, según la Asociación de Afectados por Embargos y Subastas (AFES).
Y para qué hablar de que ha subido el IVA del 4% al 10% para los pisos nuevos y la desgravación por vivienda habitual ha pasado a mejor vida para las hipotecas que se firmen desde enero de este año. Se acabó que Hacienda te devuelva hasta 1.356 pavos por tener hipoteca. Grrrrrr…
Como decía el otro día, el mercado inmobiliario es de los especuladores, los ahorradores, los que ya tienen la vida solucionada y los extranjeros con pasta. Estos son los únicos capaces de comprarse un piso sin sufrir consecuencia
Tods devastadoras para su economía, sin someterse a una de esas hipotecas destroza-economías domésticas. Por eso se explica que ahora dos de cada tres pisos se compren sin hipoteca y que éstas estén marcando mínimos históricos porque cada vez se firman menos y hay menos en total.
Esto está mal para todos, especialmente para los jóvenes, que se las prometían felices de comprar a precios dignos porque no contaban con la megasubida de los intereses combinada con la súperbajada de sueldos y el escaso trabajo. No es por ser pesimista, la realidad es así y yo tampoco la he elegido.