Para cambiarse de piso propio, antes de la crisis e incluso durante sus primeros años, la gente recurría a una hipoteca puente.
Iba a su banco o a otro que le diera mejores condiciones y pactaba una ampliación de capital, si es que la nueva vivienda costaba más, que es lo que suele ocurrir, para comprar el nuevo piso. Luego tenía un año o dos para vender el que dejaba, cosa que era más o menos posible.
Con el empeoramiento del mercado laboral, el aumento del paro y la cerrazón del grifo del crédito por parte de los bancos, se ha hecho complicado, por no decir imposible, que te den una hipoteca en muchos casos.
Y además no interesa. Si quieres vender una casa con hipoteca de las de antes, ésas con diferenciales por debajo del 1% y menos vinculación que las actuales, no te interesa perder esas condiciones para anclarte a un préstamo con un diferencial de como mínimo 1,30%.
De los préstamos a Euríbor + 1% ni hablamos porque, aunque tienen un diferencial más bajo, las ataduras económicas a otros productos (seguros, tarjetas, depósitos, plan de pensiones…) son tan altas que pueden ser igual o más caras que otras hipotecas con diferenciales más elevados.
¿Solución? Hacerlo al revés que se hacía antes, o sea: primero vender tu piso y después comprar otro. Esto tiene sus ventajas: la primera es que ya sabes con qué dinero exactamente cuentas para la compra de la nueva vivienda. El precio de los pisos ha bajado y seguramente no venderás al coste que compraste, ni quizá tampoco obtengas la cantidad que tienes en mente.
Como contrapartida, lo normal es que donde quieras comprar también haya bajado el precio y por menos dinero obtengas un piso que antes valía más pasta. Además, te ahorras tributar por la plusvalía que pagas por el primer piso, siempre que reinviertas el dinero en una nueva vivienda habitual antes de dos años. Mmmmm… ¡Interesante!
Como tendrás mucho dinero por la venta de tu vivienda, si aún no has encontrado una nueva o tardas algo en comprarla, puedes estar de alquiler un tiempo gracias a que tienes mucho efectivo. El inconveniente: pasas por más de una mudanza y pierdes algo de dinero por el camino, salvo que entres de alquiler en el piso que luego vas a comprar. Esto lo puedes solucionar pactando con el vendedor un alquiler con opción posterior a compra.
Una ventaja fundamental de vender y luego comprar es que te ahorras la hipoteca o, al menos, una grandísima parte de ella, que es lo más complicado hoy en día: firmar un nuevo préstamo y en interesantes condiciones. Tampoco tienes que malvender tu casa porque no te corre prisa, no hay más plazo que el que tú marques. Pues, hala, a hacer fotos a la casa y a poner el cartel de Se Vende, sin olvidar que otra opción para cambiar un piso por otro es recurrir a la permuta, que también te puede librar de una gran hipoteca o de la hipoteca entera.