La firma de hipotecas lleva dos años y un mes aumentando sin parar. Los bancos abrieron el grifo del crédito hace casi tres años, emprendiendo poco a poco una guerra de precios que nos ha llevado a hipotecas variables a Euríbor + 1% (o menos) y a hipoteca fijas en el 1,60% a 10 años.
Unas condiciones que hacen soñar a mucha gente con la tan ansiada vivienda en propiedad, con la que parece que estamos obsesionados en España porque nos da mayor sensación de seguridad y largo plazo.
Sin embargo, quienes optan son los jóvenes con sueldos miserables y trabajos precarios o de becarios; el segmento de 30 a 45 años, que ya compró su primera vivienda y ahora quiere cambiarla para mejorar, y los mayores de 45 años.
Los primeros tienen la vivienda inalcanzable sin los ahorros que no les ha dado tiempo a conseguir o sin ayuda económica o un aval de sus padres. Los segundos tienen mayores posibilidades porque gozan en general de trabajos con mayor antigüedad y más estables. Los mayores de 45-50 años lo tienen más complicado porque no disponen de tantos años para pagar cuotas.
El problema que se encuentran las familias que compraron su casa anteriormente es que, si ahora la venden, ya no vale lo que pagaron en su día por ella, y como aún les queda bastante por pagar se encuentran atrapados en una hipoteca burbuja. Es decir: deben más de lo que van a cobrar por la casa o con lo que saquen por ella no tienen suficiente para comprar una nueva, entregar el 20% -el banco no presta más del 80% excepto para sus pisos o los de la Sareb- y costear los gastos de compraventa (otro 10%).
La solución para el cambio de casa entonces puede ser ahorrar el 30% del nuevo inmueble y después dar el salto, manteniendo su casa actual y alquilándola para seguir pagando la hipoteca y los gastos del piso. El precio de la vivienda ha bajado mucho, así que ahora pueden encontrar financiación y pisos a buen precio. El alquiler ha subido porque, al no poder comprar casa todo el mundo que quiere, muchos se han lanzado al alquiler, lo que casi les garantiza que arrendarán la casa.
Pero… Es una operación arriesgada porque se tienen dos hipotecas y que puede dar quebraderos de cabeza. ¿Y si no pagan? ¿Y si estropean el piso? ¿Y si la cuota de la hipoteca se pone muy alta y no compensa alquilarla? Por no hablar de que el banco que te dé la segunda hipoteca exigirá muchas garantías de que vas a pagar, dado que ya tienes un préstamo para otro piso. Trabajo estable y con antigüedad, ingresos altos y ahorros serán clave para conseguirlo.
Otra opción es vender la casa, aunque no se obtenga todo lo invertido, y comprar un inmueble que valga menos que el primero, pudiendo pagar con esta diferencia los gastos de compraventa y el 20% que pide el banco. Para ello se tendrá que cambiar de barrio o de municipio si se quiere mejorar la vivienda. Si se opta a una más pequeña el precio del piso será menor y esto ya no hará falta tenerlo en cuenta.