Para terminar la temporada y despedirme hasta septiembre, hoy os traigo dos buenas noticias sobre la cláusula suelo. La primera es que, según una reciente sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea, quienes tengáis cláusula suelo no podréis ser expulsados de la casa si dejáis de pagar la hipoteca siempre que hayáis demandado previamente al banco para que os quite el suelo. No es que la cosa sea para gritar yupiiiiiii, pero casi.
Esto significa que si el banco ejecuta la hipoteca, no puede embargar el piso porque la hipoteca ya está en tela de juicio por el suelo. Antes de cantar victoria hay que tener en cuenta que esto, hoy por hoy, no se permite en la legislación española. Para que tenga algún sentido y se pueda aplicar en España, se debe modificar la Ley Hipotecaria y conseguir que el Parlamento apruebe dichos cambios.
La segunda buena noticia del día es que la cláusula suelo por fin desaparece de las hipotecas de CatalunyaCaixa, Caixa de Tarragona, Caixa Manresa y Caixa Catalunya. Guauuuu, esto sí que es para tirar cohetes y no parar. Dicen que el 12% de las hipotecas de estas cajas tiene suelo.
El motivo es que el BBVA ha comprado CatalunyaCaixa, que es el nombre comercial que engloba a las otras tres entidades mencionadas. Y por ello tiene que aplicar a sus préstamos la sentencia del Tribunal Supremo que, en 2013, dictaminó que el BBVA (junto con NovaGalicia Banco y Cajamar) debía fulminar el suelo de todas sus hipotecas por entender que la contratación de esta cláusula no había sido transparente.
Todavía no se sabe cuándo desaparecerá el suelo de estas hipotecas, ya que la integración de las cajas en el BBVA se hará durante dos años, lo que da de margen hasta 2016. De lo que no han dicho ni pío es de devolver el dinero de más por el suelo, algo que seguramente no hagan porque no está en la sentencia del Supremo.
No todos los préstamos de CatalunyaCaixa van a parar al BBVA, pues los más tóxicos, que es como se llama a los que están en riesgo de impago, se los ha quedado el fondo buitre Blackstone, que se ha comprometido a no echar a nadie de su casa y llegar a un acuerdo o, en los casos más extremos, entregar el piso y olvidarse de la deuda, que es lo que se llama dación en pago.