Como vándalos, suevos y alanos, pero con más estilo, más pasta y sin violencia, los guiris nos están volviendo a conquistar los territorios patrios.
Esta vez desembarcan a través de la compra de viviendas en la costa, que ha aumentado la friolera del 63% en el segundo trimestre del año, según el Ministerio de Vivienda.
Si a los precios que manejamos en España, altos pero ya caídos un 18% de media, y hasta un 25% precisamente en estas viviendas playeras, le sumas que aquí todo sigue siendo más barato que en latitudes europeas más norteñas, que con una pensión de estibador de Liverpool aquí eres el rey del mambo hasta el fin de tus días, que el jamón, la tortilla y la paella hacen estragos entre el personal extranjero, y que el sol calienta fuerte y da vida, los guiris no se lo piensan dos veces para saltar al abordaje de nuestras costas y nuestras viviendas.
Hombre, si sirve para que el mercado se recupere…. El problema llega cuando esta demanda de pisos con vistas al mar alienta la sobreexplotación y sobreconstrucción en nuestra maltrecha costa, inmobiliariamente hablando, y cuando contribuye a frenar la caída de precios.
Por lo demás, puede liberarnos del stock que bancos, promotores y constructores arrastran penosamente de feria en feria, intentando colocarlo desde al más pintao hasta el más pardillo, y que es especialmente abundante en la costa, donde están los pisos que más han bajado desde la crisis porque son los de la segunda residencia, algo que hoy en día vuelve a ser un lujo como lo era durante buena parte del siglo XX y mucho antes.
Queda patente que pueden permitírselo sin pedir una hipoteca en España, o la venta no habría aumentado el 63% y el 20% en la Costa del Sol. O les dan la hipoteca en su país o lo pagan a tocateja con lo ahorrado en el calcetín, el colchón y la faltriquera durante los años de estibador, o de estriper, no nos vamos a poner exclusivos con las profesiones.
Extraño me parece que les parezca asequible, sabiendo que en España la vivienda está sobrevalorada un 17% con respecto a la media de la Unión Europea, donde esta sobrevaloración del precio escasamente llega al 3%. Pero, ya se sabe, en guirilandia todo es mejor, más caro y… Hace más frío y no hay tortilla de patata.