El año pasado fue el de la verdadera reactivación del mercado de la vivienda y, con ella, la del mercado hipotecario, que ha resucitado tras unos años en coma por la crisis y por la resaca de hipotecas demasiado arriesgadas tanto para el banco como para los clientes.
Desde que se abrió el grifo del crédito hace ya dos años y medio, algunos bancos han estado compitiendo por captar clientes solventes, con buen perfil laboral y económico, a base de bajar los diferenciales y mejorar las condiciones de sus nuevas hipotecas a interés variable.
El resultado es que un tercio de la oferta actual está por debajo de Euríbor + 1%, aunque en la mayoría de los casos la vinculación (seguros, tarjetas, etc.) que imponen para conseguirla sube el gasto de la hipoteca muy por encima de ese Euríbor + 1%.
Mientras que se pensaba que las hipotecas llegarían este año a Euríbor + 0,75%, algo que todavía no hay que descartar, se nota cómo el mercado de los préstamos a interés variable (el utilizado hasta ahora en más del 90% de los casos) se ha paralizado en favor del tipo fijo.
La banca casi ha congelado su oferta variable para mirar hacia otro lado: las hipotecas a tipo fijo, que hasta hace poco eran menos del 10% del total porque sus intereses (a veces hasta del 5% o 7%) hacían que no compensaran ni fueran atractivas para los nuevos clientes.
En cambio ahora están tan bajas que ver un préstamo a interés fijo por debajo del 2% es algo normal. Sabadell acaba de romper el mercado entrando con una hipoteca al 1,75%, un mercado donde ya estaba Bankinter con 1,80% a 10 años, como antiguo rey del interés más bajo.
Ahora interesa firmar a tipo fijo si es para pocos años, ya que el Euríbor está en negativo, pero en unos años subirá y, con diferenciales de como mínimo el 1%, en cuanto se ponga en el 1% o más ya estarán pagando más los de interés variable que los del fijo. La hipoteca se firma para muchos años, aunque en el caso del interés fijo cuanto mayor es el plazo, mayor es el interés y entonces menos compensa.
Este tipo de hipotecas se han puesto de moda y es donde los bancos vuelcan sus esfuerzos, para compensar las menores ganancias que les deja precisamente ese Euríbor tan bajo y la cancelación de antiguas hipotecas. De ahí que el 41% de los préstamos firmados en febrero de este año hayan sido a tipo fijo.
Otras ventajas de estos préstamos es que no hay revisiones: siempre sabrás qué cuota vas a pagar, sin sustos ni sobresaltos. En contrapartida, suelen acarrear mayores comisiones, menor cantidad prestada (no todas llegan al 80% del valor de tasación) y plazos más cortos para devolver el dinero. La vinculación tiende a ser la misma. Interesan según el caso de cada cliente.