Ha ocurrido en Sevilla, donde el director de una sucursal de la Caixa se ha creído el rey del mambo al dar hipotecas para tres pisos que él ya sabía que estaban vendidos a otras personas. Y vaya si lo sabía: ¡¡él había comprado uno de esos pisos!! Hay que ser sinvergüenza…
Por eso, ahora piden tres años de cárcel para él y también para los otros dos que la han liado parda: el apoderado y el administrador único de la constructora SECOAN, que es la que vendió los 3 pisos en el año 2001 y luego contactó con el director de la sucursal bancaria para que autorizara las hipotecas.
Después de haber vendido y dado préstamos hipotecarios para estos tres pisos, en mayo de 2002 estos jetas vendieron uno de los pisos a un matrimonio que, por supuesto, estaba en la inopia de que el piso que compraban ya tenían dueño y sobre él pesaba una hipoteca.
Por esta razón y por haber inflado el precio de los pisos en las hipotecas concedidas, a pesar de saber muy bien cuánto costaban, el director de la sucursal de la Caixa y los otros dos mendas podrían ir a la cárcel acusados de un delito de estafa continuada.
Y es que te crees que el director de la caja o el banco donde tienes el dinero toda la vida es tu amigo, tu asesor, el que vela por tus intereses, el que conoce tu situación y te aconseja lo mejor para ti, y en realidad es un esbirro a sueldo de la entidad bancaria para la que trabaja.
Te vende acciones que luego caen en picado, participaciones preferentes, obligaciones del Estado y otra serie de porquerías que no entiendes y compras porque confías en esa persona, cuando lo único que está siguiendo son órdenes de más arriba que le indican qué tiene que vender para cumplir con los objetivos de la empresa y ganarse una buena comisión a fin de año.
Que si el mismo producto lo tienen sus padres, que si es el producto de moda, que si dará tanta rentabilidad… Y los ahorros de toda la vida comprometidos. No es que todos los directores de banca sean unos sinvergüenzas ni mucho menos, ni todos den hipotecas tan fraudulentas como el de la sucursal de Sevilla, pero sí que desde luego no son los angelitos que creemos o más bien queremos ver en ellos.
Tienen unos intereses, que no son los nuestros, y nosotros tenemos otros intereses que sí nos interesa defender. Por tanto, de lo que diga el director de la sucursal, por mucho que sea el de toda la vida, ¡¡nastis uniplastis!! No hay que hacer ni caso.