Ahora que el pepero Mariano Rajoy ya es oficialmente presidente del Gobierno, veamos qué dijo de pisos e hipotecas en el debate de su investidura. Así será más fácil reclamarle lo que prometió, criticar lo que no nos parece bien o aplaudir lo que sí lo esté.
Rajoy dijo este lunes que quiere aliviar el tocho de pisos sin vender que ahora mismo tanto agobian a bancos, particulares, cooperativas, promotoras y constructoras inmobiliarias. Para ello, mantendrá el IVA súperreducido del 4%, solo para la compra de pisos que se usen como vivienda habitual y con un límite de precio, que no ha especificado.
Como ya dijo desde que era la oposición del Gobierno de Zapatero y en el ambiente no olía ni a campaña electoral, también recuperará la deducción fiscal por compra de vivienda habitual para todos. Es decir, los que compren piso para vivir en él, podrán desgravarse hasta 1.350 € (el 15% de 9.000 €) en la Declaración de la Renta, independientemente de cuáles sean sus ingresos. Zapatero quitó esta desgravación para gente con sueldos superiores a 24.000 € que comprara desde este año.
Por estas dos cosas, ya se le está acusando de fomentar la compra de vivienda en detrimento del alquiler, del que no ha dicho ni pío en el debate de investidura. Puede que sea verdad, que no quiera fomentar el alquiler, que no le parezca importante decirlo tan pronto o que, simplemente, quiera contentar a la gente con el caramelito de la desgravación en Hacienda.
Desde luego, todo lo que propone suena ideal para volver a inflar la burbuja inmobiliaria en vez de aliviar el stock de casas que se ha creado cuando se pinchó la anterior burbuja. Ya veremos qué pasa.
Rajoy es coherente con sus propuestas porque siempre hace las mismas, con la excepción de la dación en pago, que siempre vota en contra en el Congreso, que no incluía en su programa electoral y que ahora, para quedar bien, no descarta, pero tampoco asegura.
Dice que saldar la deuda hipotecaria entregando exclusivamente el piso al banco es una posibilidad a tener en cuenta, pero que habría que pactarla primero con la entidad en el momento de la compra del piso (evidente) y que los bancos pondrían condiciones más chungas (vamos, lo mismo que dicen las entidades financieras). No la pondría con carácter retrospectivo y ya avanza que le parece “compleja, difícil y seria”.
No hace falta leer entre líneas para ver que no la quiere ni en pintura y que no moverá un dedo para que los bancos nos la propongan o la acepten, pero no quiere decir un NO rotundo el día que le eligen presidente, para no ser políticamente incorrecto.
Rajoy confiesa que no está a favor de las cláusulas suelo y que un equilibrio entre el banco y los hipotecados le parecería más justo, pero no ha dicho nada de que los abusos bancarios vayan a ser ilegales ni de cómo conseguir ese equilibrio tan utópico, así que todo queda en buenas y bonitas palabras huecas.
Como hueca es también la subcomisión parlamentaria que estaría dispuesto a rescatar para que se estudiaran medidas que mejoren el chiringuito hipotecario. Esto lo ha dicho porque no le compromete a nada más que a dedicar recursos del Congreso a ello, y eso ya lo pagamos nosotros igualmente. Recordemos que ya se creó una subcomisión que se cerró a toda leche sin más conclusiones que cuatro perogrulladas que no fueron a ninguna parte.
Y volverá a pasar, pero Rajoy ha querido estar a bien en este punto con el Grupo Parlamentario Izquierda Plural, que engloba a IU, ICV y la Chunta Aragonesista, con los que mantiene una lista de puntos de discordia más larga que un día sin pan.