Quienes hace 4 o 5 años firmaron una hipoteca multidivisa pensando que era el chollo padre, ahora no saben si cortarse las venas o dejárselas largas.
En España hay unos 65.000 préstamos de este tipo. Habían alcanzado cierta fama, la gente iba a los bancos pidiendo una hipoteca en francos suizos o en yenes.
En 2007 y 2008 se pensaba que eran una ganga porque el euro era una moneda fuerte y el Líbor, tipo de interés que se usa en las hipotecas multidivisa, estaba en el 0,7% frente a más del 5% que alcanzó el Euríbor.
Con el precio de los pisos más desproporcionado que el miembro de Nacho Vidal, muchos apostaron por algo que en pocos años ha puesto su situación financiera más patas arriba de lo que Chicote pone las cocinas que visita en su programa.
Viven con el corazón en un puño y los ojos pegados a las páginas web en las que, un día tras otro, consultan cuál es el cambio del euro respecto a la divisa en la que contrataron la hipoteca.
Mientras que el Euríbor ha bajado hasta límites indecentes, cerrando noviembre en el 0,588%, el euro ha perdido su fuerza y muchos se encuentran pagando el doble de cuota mientras ven cómo su deuda se hincha hasta un 40%, sin que puedan hacer nada más que lamentarse y pagar al banco si no quieren quedarse sin casa.
Esta peña apenas intuía todos los riesgos que estaba asumiendo y los bancos tampoco hicieron gran cosa por contárselo. Para guardarse las espaldas ante futuras demandas, algunos mandaron información a sus clientes explicando los riesgos, pero ya era demasiado tarde: habían firmado hacía meses.
También estafaron los que hicieron estudios en los que nada evidenciaba que se torcería o cambiaría eso tan bueno de ahorrarse miles de euros por contratar en yenes o francos suizos en vez de ligar la hipoteca la Euríbor.
Quejarse ahora sólo vale para desahogarse, tratando de no tirarse mucho de los pelos por no haber pensado que el panorama tan bueno para las hipotecas multidivisa de hace unos años podría torcerse más que las piernas que doña Rogelia.
Ahora pueden convertir su hipoteca a euros, asumiendo un gran gasto. O pueden esperar a que el escenario cambie dentro de unos años, mientras se pellizcan sus partes nobles intentando despertar desesperadamente de esta pesadilla que parece que nunca acaba.
¿Y llevar el caso a los tribunales? Es lo de siempre. Pueden denunciar, pero lo único que conseguirán, además de perder tiempo y dinero, es que los bancos les compensen por no haberles informado suficientemente bien. Las sentencias en este país todavía no te protegen de cometer errores, pero al menos sí que está penado que los bancos oculten información en los contratos que firmamos con ellos. Algo es algo.