Aunque algunos dicen, cifras en mano, que la concesión de hipotecas ha aumentado por segundo mes consecutio, dos meses no es suficiente para ratificar que vuelve a fluir el crédito ni para pensar que nos estamos recuperando.
La cosa está peor de lo que pensamos y tanto pensar que está mal también contribuye a que se esté yendo todo el garete, pero al garete de verdad, no en plan qué mal estoy pero me sigo pegando la gran vidorra.
El alquiler de pisos se dispara porque no se conceden tantas hipotecas como dicen, la deuda española ya no la quiere comprar nadie porque ya no vale un pimiento, el paro supera el 20%, subirán los impuestos, desaparecerán las deducciones, el Euríbor se ha cansado de estar un año en mínimos históricos y se emociona en su tendencia alcista… ¿Sigo? La Bolsa se desploma por la tragedia griega y los rumores de que ZuperParo ha pedido 280.000 euros al Fondo Mundial Internacional (FMI)…
Hasta Espinete niega que ya estemos mendigando para no rompernos como los griegos, a los que ya no salvan ni los espartanos de Leónidas. ¡Ahú! ¡Ahú! Entonces… ¿Quién ha lanzado el rumor? Algún broker sobornado por alguien con intereses gordos, mucho más gordos que el batacazo que ya nos hemos empezado a pegar pero que aún no nos duele tanto porque estamos demasiado dormidos y porque no lo reconocemos.
Me recuerda a cuando Zetapé se demoró meses y meses en negar que estábamos en crisis, luego empezó a utilizar eufemismos para designarla y al final ha terminado por hacer como que no existe. Bonita estrategia la del evitamiento, la no confrontación, bonita para no despeinarse pero inútil en un país que sigue viviendo como si todo fuera chachi guay pero con una trastienda más sórdida y podrida que el Chicago de los años 30.
Siguiendo con la teoría de la conspiración… ¿Alguien se ha propuesto hacernos caer o es que ya nos hemos caído sin darnos cuenta? Miedo me da la tramoya del teatrillo en el que se ha convertido este país en el que habitamos como marionetas sin porvenir pero con destino trágico.
España ya no necesita medidas, ni palabras bonitas, ni buenas intenciones sino un vengador de la crisis, un antihéroe que nos devuelva la dignidad y el color perdido, un carismático anticharlanes que produzca una catarsis porque con tiritas y mercromina transparente este cadáver ya no reacciona.
¿Lo tendremos algún día? Hemos entrado en parada y lo peor es que los doctores de la Demosgracias están más preocupados en herirse mutuamente que en salvarnos de la debacle. A este paso no nos reanima ni un ejército con el coraje de la Legión, el ímpetu de los Tifossi y la fuerza de David el Gnomo.