O vale o no vale, pero ¡¡ya vale de marearnos!! A estas alturas, tras meses de incertidumbre (a veces es peor no saber algo que saberlo), seguimos sin tener claro si por fin los partidos políticos aprobarán en el Congreso que vale con entregar el piso al banco, en lugar de tener que seguir pagando, cuando ejecutan la hipoteca que nos dieron para comprar el piso porque hemos tenido que dejar de pagarla.
El 16 de junio, y mira que ya ha llovido y echo sol desde entonces, se aprobó en el Congreso una proposición no de ley de IU e ICV, con el voto en contra del PSOE, en la cual se le susurraba al Gobierno que tenía tres meses para ponerse las pilas en determinar si al final vale o no vale con entregar el piso al banco cuando ejecutan la hipoteca, como en Pestardos Unidos.
Esto es una cosa muy seria y no estamos como para que hoy sí valga, mañana se repita la votación y no valga, pasado mañana lo hayamos pensado mejor (o no siquiera pensado) y nos desdecimos… Un poco de seriedad que la casa es lo básico.
A día de hoy, los embargos siguen disparándose, la gente sigue perdiendo la casa, el dinero y la paciencia, y los bancos siguen haciéndonos la puñeta porque nos fuerzan a comprar sus pisos si queremos ver un euro para una hipoteca. Al final pasará lo de siempre: ganarán los de siempre y perderemos lo de siempre, pero no por ello debemos dejar de luchar por lo que es justo y lo que es necesario.
¿Quién paga ahora las consecuencias de las hipotecas que se dieron sin din(ero) ni don(aire)? ¿Los culpables, que son los ricos y poderosos? Nooooooo. ¿Los mayores perjudicados, endeudados hasta las trancas? Síiiiiii. Los grandes nunca pierden y menos si son los bancos, a quienes los políticos les piden y deben tanto dinero y favores.
Estamos en clara desventaja con ellos, tanto con políticos como con bancos, aunque al final dependen de nosotros: de que depositemos el dinero y les votemos. Lo malo es que si nosotros no hacemos nada por nosotros mismos, nadie lo hará por nosotros, lo cual queda bonito decir pero es complicado de hacer porque no queremos salir de nuestra burbuja de bien o malestar. Estamos en un atolladero.