A finales del verano, cuando casi soñamos con alguna gota de agua que nos refresque el calor, llegará el Euríbor a aguarnos la fiesta con la gota que colme el vaso de nuestra paciencia hipotecaria.
Ese Euríbor que nos aplicarán en la revisión será el de junio, que acaba de cerrar en el 1,281%, o el de julio, que con total probabilidad cerrará por encima del 1,3%, a juzgar por las subidas pequeñas pero graduales que este índice se marca últimamente con más facilidad que un abuelete un pasodoble.
Ese será el momento de flipar y de tirarnos de los pelos porque el Euríbor, que no está tan alto desde agosto de 2009, seguirá dulcemente bajo pero no tanto como para abaratarnos las hipotecas.
El de junio aún nos las simplifica un poco, haciendo que de media paguemos 230 euros menos al año, que son unos 20 euretes de ahorro al mes, que la gente destinará como loca en las rebajas o, pobres que somos, en paliar la subida del IVA, del gas, el butano y la intemerata de cosas que han subido, que es todo menos nuestra moral.
¿Pero cómo está el Euríbor subiendo sin prisa pero sin pausa si el Banco Central Europeo (BCE) mantiene los tipos de interés en el 1% (qué gran mínimo histórico) desde hace tiempo? Aunque los bancos lo quieran y lo anuncien, la culpa no es del cha-cha-chá sino suya y nada más que suya, para no variar.
Bien sabido es que las entidades financieras no prestan pasta más que a los políticos que les conviene, entre otras cosas porque no la tienen muy a mano: los problemas de líquido son peores que en una casa sin agua corriente.
Se está generando una gran desconfianza entre ellas, que se prestan cuatro eurrupias con un interés por encima del Euríbor fijado por el BCE. Por eso nos cobran a nosotros ese interés y por eso es más alto que los tipos fijados en el 1%.
¿Previsión de que vayan a subir? La bola de cristal del BCE lleva meses retrasando el augurio de la subida de tipos; es más, lo último que ha predicho su oráculo es que no se lancen a la batalla de subirlos antes del segundo semestre de 2011.
Antes era en el semestre que acabamos de comenzar, lo que no es guay porque las predicciones de salida de la crisis llevan el mismo camino lento, inseguro y cada vez más alargado que un personaje de El Greco.
Puestos a que nos den viento fresco, arrimaos al ventilador para que por lo menos sea una bofetada de aire de confianza.