Un nuevo año está a la vuelta de la esquina: 2016. Después de que en 2015 hayamos visto cómo ha resurgido la firma de hipotecas tras año y algo de apertura del grifo del crédito, cabe preguntarse si en 2016 la cosa será igual, mejor, peor… ¿A quién darán las hipotecas? ¿Qué requisitos hay que cumplir?
Desde hace tiempo se sabe que la banca no está dispuesta a continuar con las flojísimas condiciones que pedía antes de que estallara la crisis. No quiere repetir errores del pasado que le llevaron a quedarse con pisos y promociones enteras, que aún no ha terminado de vender.
Tras unos años de ser más duros que un pistacho cerrado, los bancos han aflojado sus exigencias, que sin embargo siguen manteniendo en cierta medida. Ingresos altos y estables, trabajo antiguo e indefinido, ahorros interesantes, no tener otras deudas y no aparecer en ninguna lista de morosos son algunos de los requisitos más valorados por las entidades. En resumen: una persona solvente y responsable.
También depende, claro está, de cuánto dinero pidas, si tienes avales, un buen historial de pagos en caso de haber tenido créditos o hipotecas anteriores, de dónde está la vivienda y cómo sea. Ante un embargo, no es lo mismo cargar con una casa sin salida en el mercado que con un bomboncito en el centro de la ciudad, junto a la mejor zona de playa o en el pueblo más bonito y solicitado de la comarca.
Analizando la oferta hipotecaria vemos que la mayoría de los préstamos exigen unos ingresos mínimos de 2.000 euros al mes, ganados entre uno o dos titulares. Existen excepciones como la Hipoteca Mari Carmen de Abanca, que se conforma con 600 euros al mes, o ING que no establece límite.
Salvo que elijas un piso propiedad del banco, ninguna entidad presta más del 80% del valor de tasación, lo que te obliga a tener ahorrado al menos el 20% del valor de tasación o el precio del piso; el banco se fija en la cantidad que sea menor. Y también dinero para los gastos de compraventa: tasación, notario, gestoría, impuestos…
La edad también es un factor importante: normalmente los bancos no prestan dinero a nadie que supere los 65-70 años en el momento de terminar de pagar el préstamo. O sea que cuanto más joven seas a más largo plazo podrás poner el préstamo. Esto te supondrá una cuota más barata cada mes, aunque también el pago de más intereses a largo plazo.