Aunque parezca parado, el mercado inmobiliario se ha convertido en una noria mutante que, según donde se para, arroja unas cifras u otras.
Ya no sé qué pensar, espías, porque cada día oigo un dato diferente. Seguimos a vueltas con las hipotecas, revueltos pero no juntos y envueltos en deudas o deseando envolvernos en ellas si eso significa que nos dan la hipoteca.
Norias aparte, porque prefiero no mencionar el escándalo del muñeco, del tonto (in)útil del PSOE, Pepiño Blanco, en el programa de tu pantalla amiga (¿y que nos importa lo que hiciera su tío Manolo en los tiempos de Mari Castaña?), lo cierto es que hoy os voy a dar una cal y otra de arena.
La de cal, o la de arena -nunca he entendido bien la diferencia-, es que las personas que se quieren comprar un piso, hipoteca mediante, lo están empezando a conseguir a pasito de hormiga.
El dato es del Banco de España, que dice que la deuda hipotecaria de las familias de este flamante país en ruinas ha aumentado, atención-atención, por favor, redoble de tambores… ¡¡Un 0,5%!!
Una miseria de subida que resulta ser la mayor desde agosto de 2009. Reconozcámoslo, estamos tan mal que ya nos alegramos con cualquier cosa, ya se sabe la alegría está en las cosas pequeñas… A veces, jejeje.
La de arena, o la de cal, también nos la da el Banco de España que, si bien antes parecía que nos la daba con queso, también se pone serio para decir que casi una tercera parte de las hipotecas tienen cláusula suelo. ¡Pero qué barbaridad! Y, por cierto, ¿apostamos algo a que la reclamación de la OCU para que el Parlamento legisle en contra no sale adelante? Jia, jia, jia, ya lo veréis, soy medio bruja.
Nuestra economía por los suelos por culpa de los suelos de la hipoteca y nosotros pendientes del final de la Liga… El paro tan plusmarquista como el Euríbor y nosotros pensando en el Mundial de Fútbol… Y así nos va. Que José Luis Manostijeras nos recorta hasta las puntas del pelo y no salimos a la calle ni para comprar el pan pero nuestro equipo gana el trofeo del barrio y nos echamos a la calle para celebrarlo con ritos similares sin que nadie nos convoque. ¿Alguien más ve algún problema o debo ir al oculista?
Cómodamente vemos nuetra vida pasar desde la silla de la oficina al sillón de casa y viceversa. Deberíamos aprender de este señor, a quien su movilidad reducida no ha impedido manifestarse contra el Banco Santander por una injusticia. Si él, una sola persona, consigue la atención de los medios, ¿por qué nosotros no? Todo es ponerse, amigos.
O si no que se lo digan al escolta que estaba en una sucursal pidiendo una hipoteca y de repente se vio en un capítulo de CSI con atracador de película: pantys en la cara, navaja, pipa de mentira y temblores de yonki con rehenes. El menda se dio cuenta de que la pistola del atracador era de mentira y le redujo con un par de narices. ¿No podríamos hacer nosotros lo mismo o es que ya tampoco detectamos a los políticos de mentira?