Apreciados amigos de las tragicomedias y el folclore:
Tras el parón vacacional, el éxodo masivo y la desconexión brutal que saboreamos o intentamos saborear en agosto, vuelvo a la carga para abordar una triste realidad: las hipotecas suben por primera vez en dos años.
Justo ahora que nos quedamos sin ministro de Trabajo -bueno, esto no importa mucho porque cogió el país con 2 millones de parados y ahora hay más del doble-… Justo ahora que ZP hace pellas en el inicio del curso político con los mineros y los sindipancistas… Justo ahora que seguimos igual de mal mientras los de nuestro alrededor suben…
Jjusto ahora que los niños empiezan el cole y nos habíamos planteado hacer todas las colecciones del kiosco… Ahora que habíamos pensado aprender inglés, apuntarnos al gimnasio y dejar de fumar, ahora nos sube la cuota de la hipoteca y ya no hay quien haga nada.
Nos habíamos acostumbrado a ver en los últimos meses cómo el Euríbor subía pero la cuota de la hipoteca bajaba (mmm… ¡¡Qué gustito!!), pero se acabó lo que se daba.
El Euríbor, del que dependen el95% de nuestras hipotecas, cerró agosto en el 1,421%, demostrando que su chiringuito está abierto permanentemente como las tiendas de chinos. ¿Es que no duermen? Debe de ser que se turnan o se forran a teína, cafeína y taurina simultáneamente.
Ya me gustaría que los bancos abusaran de esa bebida mágica y se pusieran las pilas para conceder más hipotecas, ya que el número de las que dan ha bajado considerablemente a pesar de que había subido en junio, y para colmo cada vez ponen requisitos tan exigentes que se acojona hasta el Sha de Persia.
En paralelo, se lanzan al abordaje de los soñadores de pisos, prometiendo hipotecas maravillosas antes de que nos quiten la deducción por compra de vivienda habitual, que desaparecerá en 2011.
Y si los bancos ya no pueden hacernos de celestinos con el piso de nuestros sueños, ¿quién lo hará? ¿Quedaremos en manos de las VPO, mejor dicho a merced del dedo que concede a dedo las hipotecas?
Que este cuatrimestre nos pille confesados porque sin celestinos bancarios y sin Celestino Corbacho, ni trabajamos ni nos compramos casa, así que a compartir se ha dicho. ¡¡Viva la moda de la comuna hippie!!