Dice el refrán que cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Es lo que están haciendo ahora los notarios. Ante la avalancha de la cláusula suelo y los gastos de formalización de hipoteca que se le ha venido encima a los bancos, las notarías se están cubriendo las espaldas por si alguien viene a pedirles explicaciones.
Acaban de anunciar que, ya que el Gobierno prepara una nueva Ley Hipotecaria, ellos van a hacer un esfuerzo extra de transparencia, como el que ya tenían que haber hecho, y que creen que ahora les pide el Tribunal Supremo en sus sentencias contra la cláusula suelo.
Ofrecerán asesoramiento gratuito a los clientes que firmen una hipoteca, algo que ya tenían la obligación de hacer, pero que apenas practicaban porque era mejor hacer la vista gorda ante los abusos bancarios, era más cómodo no meterse en líos, no ser quien tirara la primera piedra para denunciarlo.
Cuando compras una casa con hipoteca, el notario da fe de que se firman los documentos, si bien en los varios cientos de euros que cobra, también se incluye que lea toda la documentación y avise a las partes si algo no se hace correctamente.
Obviamente, el notario no se lee toda la documentación, ni tampoco la prepara, para eso tiene oficiales especializados, que le ponen los papeles encima de la mesa, como antes se ponían a Felipe II las mujeres encima de la cama. Él hace lo básico, lo fundamental, pero tanto él como su personal debe revisar que todo concuerda, es legal y no hay abusos.
Es sabido que desde tres días antes de la firma de la hipoteca, puedes ir a la notaría a preguntar si han visto algo raro en el contrato; deben informarte gratuitamente, así que ahora que no vengan a decir que lo harán porque ya tenían que haber estado haciéndolo. Poca gente sabe esto y menos aún son los que ejercen este derecho. Pero aún peor: pocas, por no decir ninguna, notarías te avisan de que el banco te la quiere meter doblada. Si ven que un contrato tiene cláusulas abusivas, tragan sin más porque son las prácticas de costumbre en la banca.
Hasta hace unos meses, los notarios podían parar la firma de una hipoteca si detectaban que contenía cláusulas abusivas, pero se les quitó ese poder. No obstante, deberían haber avisado en lugar de hacer la vista gorda. Con la posición que ocupa, lo formado e informado que está y lo que cobra, el notario debería velar realmente por los intereses de ambas partes, no sólo porque toda la documentación esté en regla.
Los notarios no creen que ahora sean viables demandas contra ellos por la cláusula suelo. Es difícil demostrar si se avisó o no de palabra a un cliente, sólo podrían demostrarlo si lo hicieron por escrito, pero no hacen falta más pruebas de que no estuvieron cuando se les necesitaba: si hubieran advertido a los clientes, no habría 3 millones de afectados por cláusula suelo, con un 87% que ni sabía que la tenía, aunque se congelara su cuota hipotecaria a pesar de la bajada del Euríbor.