Cada semana, la friolera de 800 familias pierden su casa por no pagar la hipoteca. En total, desde que la crisis diera sus primeros pasos en 2007, en España se han producido 230.000 embargos, multiplicándose por cinco el número de desahucios con respecto a 2007.
Lo peor de estas cifras, de por sí escalofriantes, es que detrás de ellas hay familias, personas y vidas afectadas, muchas sin trabajo y la mayoría arruinadas.
Del pinchazo de la burbuja inmobiliaria vino el desinfle generalizado de la economía y, de ahí, el aumento descontrolado de parados, muchos de los cuales han tenido que dejar de pagar la hipoteca porque el Euríbor subió, sus sueldos bajaron o desaparecieron y la cuota de la hipoteca no bajó porque la maldita cláusula suelo lo impedía, y lo sigue impidiendo.
Aún peor, por si lo anterior no fuera ya más que suficiente, es que al banco no le vale con que le entregues el piso sino que aún has de seguir pagándole dinero, hasta saldar toda la deuda. O sea, la debacle.
Se han aumentado de 3 a 6 los meses que se puede estar sin pagar la hipoteca, pero sigue siendo poco, al ser mucho mayor la media de tiempo para encontrar trabajo o una solución al problema económico en la familia.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca (APH) continúa pidiendo algo tan lógico, y ojalá fácil de conseguir, que es el derecho a acceder a una vivienda digna.
Desgraciadamente, los pasos que se dan no van encaminados a que esto así sea, por lo que cualquier día nos vemos como en EEUU: okupando casas que antes ocupaban otros, o incluso okupando nuestras antiguas casas para poder darle un techo a nuestros hijos y a nuestros huesitos cansados y agobiados de tanto ajetreo.
Salvo poco honrosas y contadas excepciones de profesionales del timo o caraduras, ¿quién es tan lila que deja aposta de pagar la hipoteca? El precio que hay que pagar por hacer es demasiado alto: perder la casa.
No sé a qué están esperando para legislar con mayor decencia y sentido común, para eliminar las cláusulas abusivas, garantizar que la entrega del piso sea suficiente cuando lo embargan y que estemos menos desprotegidos e indefensos ante los bancos.
Ha habido un aluvión de demandas al calor de la sentencia de un juez en Sevilla, pero sigo viendo el presente y futuro de las cláusulas suelo más negro que de color de rosa.