A estas alturas, hasta un bebé de pecho sabe que si estás más de tres meses sin pagar la hipoteca, el banco la ejecuta, te embarga el piso y al final te echan a la calle, además de que le sigues debiendo un dineral al banco.
Estamos tristemente acostumbrados a ver gente en la tele que ha perdido su casa por no pagarla o que está a punto de quedarse sin ella.
Tanto se ha usado la palabra desahucio que, al oírla, nos quedamos anestesiados y su capacidad de conmovernos es la misma que la de un terremoto de cero grados en la escala de Richter.
Pero, ah, amigo… Qué respingo pegas en el sofá cuando ves que hay otros que desde el principio han pagado a un promotor o constructor y, aun así, el banco les embarga un piso en el que todavía no viven.
Suena demencial, pero es una de las caras más cutres e increíbles de la crisis y está ocurriendo en promociones inmobiliarias salpicadas por toda España.
Imagina que compras una casa sobre plano, das la entrada, pagas las letras y… ¡Vualá! De repente el promotor o constructor no devuelve al banco el préstamo que le dio para construir tu casita y entonces el banco la embarga.
La casa no está apuntada en ningunas escrituras, así que oficialmente no es tuya, todavía era de la promotora. Por eso el banco arremete contra ella y se queda lo que ha construido, iba a construir o estaba construyendo.Ya… ¡Pero tú habías estado pagando las cuotas una tras otra! Así que, a pesar de haberlo hecho bien, el banco se queda con tu piso y tus sueños.
Esto pasa porque el mercado inmobiliario se ha convertido en una auténtica locura con el pinchazo de la burbuja. Es lo que pasa cuando algo se hincha demasiado. Si un globo está demasiado inflado, explota. Si llenas mucho una bolsa, se rompe. Qué pena que los cojoncillos no se nos hayan hinchado todavía lo suficiente para partirle las narices a algún banquero, promotor, constructor o político pro-bancos.
Hay algo claro en todo esto: si las cajas y bancos no hubieran dado tanto dinero de forma irresponsable, ahora no habría sequía de crédito ni consecuencias tan pintorescas como que tú hayas pagado un piso y ahora no sólo no puedas disponer de él sino que el banco te lo embargue.
No me refiero sólo a lo prestado a particulares sino a promotoras y contructoras, que en la práctica son las mayores morosas y las que han llevado a diferentes entidades a la ruina y a que se conviertan en las nuevas grandes inmobiliarias, al tiempo que nos ha llevado a nostros a padecer la mayor sequía de crédito desde que nuestra memoria de pez recuerda.