Cuando decimos que los bancos no nos dan hipotecas, a pesar de lo que pregonan, no solo es porque nos caigan mal, nos dé el pálpito de que es así o seamos de mal agüero.
Es porque lo sufrimos en propias carnes con el peregrinaje por las sucursales bancarias mendigando dinero mientras tenemos que rechazar pisos de protección oficial u otros estupendos, a veces ya pagados en parte, porque no tenemos el dinero para comprarlos.
Las últimas cifras del INE nos avalan y le plantan cara a las campañas de comunicación de las entidades financieras, que a todo color ensucian sus escaparates con mentiras del tipo “Aquí sí damos hipotecas”. ¡Será a vuestros empleados!
La última estadística sobre hipotecas certifica que, por tercer mes consecutivo, han caído en julio (un 6,8%) y que desde enero han bajado un 1,5%, todo con respecto al año pasado, que fue nefasto.
No me canso de decir que mientras no fluya el crédito no habrá recuperación económica. Para ello también es vital la estabilidad laboral, la salud de las empresas y la valentía de los empresarios, que en contraposición a los emprendedores y autónomos, son bastante conservadores.
La lectura de la caída hipotecaria que hacen las grandes inmobiliarias, agrupadas en el G-14, nombre con aires de grandezas -como son ellas- donde los haya, es que tras el empujón que la subida del IVA dio a la venta de viviendas ha dado paso a un frenazo de esos que te dejan el flequillo tieso en pleno semáforo en rojo.
Bueno, son formas de verlo. Cada uno barre para su casa y, sin quitarles la razón, yo añadiría que los bancos siguen empeñados en vender sus pisos a precios lo más parecidos posible a antes de la crisis, financiando nada más que a sus empleados, a quienes optan por un pisos de los de su stock o a los ricos riquísimos del pueblo que por poco ni necesitan hipoteca.
Parecía que el mercado se estaba recuperando, pero no es así. Las hipotecas habían repuntado en los 4 primeros meses del año, pero ahora están de capa caída.
No hay tendencia que valga ni experto que la prediga; solamente debemos fiarnos de lo que experiementemos por nosotros mismos o a través de nuestro entorno cercano. Lo demás son conveniencias del Gobierno, milongas de los medios y mentiras de los bancos.