Queridos Reyes Majos:
Este año he sido buena (yo siempre soy buena, jejeje) pero… Ahora que pienso… ¡Qué desactualizada estoy, si ya pasó la Navidad! Me está pasando como a los sindicatos que, tras dos años de crisis (según Zapatillas no llegamos ni a uno y medio oficialmente), se manifiestan tarde, mal y para algunas cosas nunca. El espíritu de mi bisabuelo, espía de la Guerra de los Mundos, se manifestaba con más profusión en la vieja mansión que heredé de mi abuela.
Ahora a UGT de Madrid se le ocurre la gran idea de reivindicar, con un toque seudoburocrático, jipioso y alternata, que los parados deben tener ayudas para pagar la hipoteca y el alquiler, así como transportes gratis.
A mí me parece genial pero creo que también tenían derecho antes y nadie lo había reclamado. Creo que no hace falta esperar a cortarse un dedo para poner el cartel de peligroso ni para empezar a repartir tiritas o simplemente para empezar a decir que habría que reorganizar un comité de salvamento especial y urgente repartidor de tiritas. Entre otras cosas, cuando has terminado de pensar, redactar y promulgar, quien necesitaba la tirita se murió de la pena y del asco.
A los parados no sólo les hace falta ayuda para pagar la vivienda y los transportes, necesitan un plan A, B o C para encontrar trabajo (a ser posible de calidad, estable y relacinado con lo suyo aunque esto ya es hacer magia), y un sinfín de bla, bla, bla que es verdad pero que con ponerlo en una carta y reclamarlo mientras luego sigues con tu vida no es bastante.
Los sindicatos están para más que escribir cartas y tener buenas intenciones; para eso ya estamos todos, incluidas las misses que piden la paz en el mundo, que nadie muera de hambre y que aparezcan las armas de destrucción masiva. Los sindicatos están para remover conciencias (y no para acallar la propia con falsos argumentos como ahora), protestar cuando hace falta (y no callar como ahora), salir a la calle (en lugar de quedarse lisiado de tanto unte en casa como ahora), negociar convenios colectivos y en una palabra: trabajar.
Venden esta carta como una exigencia “rotunda e innegociable” mientras recalcan su “compromiso” con los parados. ¡Todo mentira! ¿Y qué pasa con los 4.600.000 y los que están escondidos entre los cursos del INEM y otros chanchullos? ¿Qué pasa con el sufrimiento de esas personas y sus familias? ¿Qué pasa con el mercado laboral? No tienen la culpa y no son los únicos que podrían hacer algo pero lo que podrían hacer no lo están haciendo.
Escribir cartas queda para los niños. Ya no es Navidad y los Reyes Magos no tienen poderes mágicos para solucionar el desempleo, que tampoco se soluciona solo. Cuando no se trabaja y se sufre el rechazo entrevista tras entrevista, que te ayuden a pagar el piso o el autobús está bien pero es una minucia y una pizca que solo pone una tirita en la economía doméstica.
Los parados son un colectivo triste y desamparado al que le falta organización y cohesión pero que seguiría a pies juntillas una manifestación no partidista o cualquier iniciativa que de verdad defendiera sus derechos como trabajadores que fueron, deberían seguir siendo y deberían volver a ser.
Esta Semana Santa buscaré alguna procesión interesante que ver porque las manifestaciones son un bien escaso que se limita a la protesta por el aumento de dos años de la edad de jubilación y para procesiones internas, ya tiene cada uno la suya.