El Congreso nos acaba de poner una inyección de moral, aliento y esperanza con la aprobación de una propuesta no de ley de UPyD, consensuada con el PP, para duplicar el tiempo que podemos estar sin pagar la hipoteca antes de que nos embarguen el piso.
Hasta ahora, al tercer mes de dejar de pagar la cuota el banco te ejecutaba la hipoteca. Ahora podremos estar sin pagar la hipoteca hasta seis meses antes de que eso ocurra.
Aunque gran noticia, es un poco de pan para hoy y hambre para mañana, pero menos es nada y para muchas familias será el tiempo suficiente para salvar la casa.
Fastidia enormemente, y duele, perder algo por lo que has estado luchando tanto tiempo, que has estado pagando mes tras mes, para lo que has trabajado duramente, donde has depositado tanta ilusión, alegría y esfuerzo, para que luego venga el usurero del banco a quitártelo de un plumazo porque te han venido mal dadas económicamente o simplemente te has organizado algo peor de lo recomendable.
La morosidad en España, que ya supera el 5%, está en límites escandalosamente altos en comparación con años anteriores a la crisis.
De la opinión de los bancos no creo que tengamos que preocuparnos. Antes de aprobar nada, los políticos se habrán cerciorado de que las entidades financieras no se enfadarán; es más, estarán de acuerdo, porque con tanto embargo han dejado de cobrar intereses y de tener dinero en efectivo, porque los pisos embargados se acumulan sin venderlos.
A los bancos les viene de perlas. En lugar de tener que conceder aplazamientos, la deuda queda aplazada seis meses y si para entonces no has pagado, te meten mano en ese momento, pero no antes.
Lo de tener hipoteca y atravesar dificultades económicas ya es casi como tener cáncer: te quedan seis meses. Si tras los seis meses dejas de pagar, pasas al corredor de la muerte y te ejecutan la hipoteca; si pagas, pasas al de la suerte y te quedas en el piso, que no con el piso (aún).
Con el piso te podrás quedar cuando hayas pagado hasta el último céntimo de lo prestado y de los abultadísimos intereses al banco. Si desde el principio nos dijeran cuánto van a ganar con nuestra hipoteca, nos echaríamos las manos a la cabeza, nos iríamos pata abajo y de tan abajo que estaríamos, nos iríamos al carajo.
Nadie quiere dejar de pagar si le quitan el piso, pero si no queda más remedio que morosear, bienvenido sea que nos den el doble de tiempo.