La mayor habilidad de un mago es engañarte en tu propia cara, haciéndote creer que lo que hace sucede de verdad cuando en realidad es todo falso, pero tú le reconoces el mérito, aplaudes y encima pagas por ello.
Sabiendo dónde está el truco, ¿qué importa que lo disfracen con el bonito nombre magia? El problema es cuando nos la pegan en las narices, no tenemos ni idea de lo que está ocurriendo y también pagamos por ello.
Con la minifistra de Vivienda en el papel principal, la representación de hoy va de pisos en stock que no vendían ni pa atrás reconvertidos en estupendísimas y socia-litadísimas Viviendas de Protección Oficial (VPO).
Nada por aquí, nada por allá y, atención, de 13.346 viviendas libres la Bea se ha sacado de la manga el 20% de las VPO de 2009 y 2010, que en total fueron 66.608 viviendas. ¿A que es bueno? Lo que no es tan bueno es el precio que habrá tenido (habremos tenido) que pagar el Ministerio (nosotros) por esas casitas del mágico mundo de la vivienda protegida en el que nada es lo que parece y siempre hay truco.
Es un buen truco tanto para el Ministerio (que ya tiene con qué llenar su parque de casitas sociales) y sobre todo para los promotores, que por arte de magia hacen desaparecer buena parte del stock que les amarga más que si hubieran comido pepinillos teniendo almorranas.
Después de esto y de advertir que no quieren bajar el precio ni un céntimo más, aunque el mercado necesite para liberar el resto del stock una rebajita de precio del 30%, los constructores lo están pensando el doble que antes (dos segundos en vez de uno) para lanzarse a construir como locos.
Además, cuentan con la ayuda del Gobierno que, de un lado coloca las casas como VPO, y de otro nos anima a comprar con rebajitas fiscales, monstruos del IVA y palabras tan huecas, bonitas e insustanciales como la minifistra. El caso es marear la perdiz en lugar de coger el toro por los cuernos y poner a la construcción en su sitio de una vez por todas en lugar de consolarla cuando hace de plañidera insoportable.
Concibo que es necesario liquidar las casas sobrantes antes de construir otras nuevas pero… ¿Qué pasará cuando se hayan liquidado las antiguas? ¿Otra vez a edificar como descosidos sin haber aprendido nada de esta situación tan malita?
Mucho me temo que sí, que España seguirá dependiendo del ladrillo como Maradona de la coca, que el objetivo será seguir construyendo antes que seguir vendiendo y antes que saber si realmente se necesitan todas esas casas o si el sector ha estado, está y estará sobrevalorado, súperconstruido pero nada cimentado sobre hechos reales.
¡Para qué ir al cine con la de ciencia-ficción que vemos cada día!