El Gobierno de Estados Unidos se está planteando la feliz idea de avalar las hipotecas creando una especie de seguro federal que respalde a las entidades financieras que presten dinero para comprar casa.
Así, en caso de que al final no se pague la hipoteca, sería Washington quien corriera el riesgo y supongo que también el que diera la cara y cargara con el mochuelo frente al banco.
La intención del Gobierno yanqui es la buena salud de su mercado hipotecario, no como el nuestro que está en cuidados paliativos (y a palos) constantemente, así como procurar que las hipotecas se den con intereses asequibles.
Qué bonito suena… ¡Y yo que creía que las pelis de Disney ya no estaban de moda! ¿Te imaginas si ZP hiciera lo mismo en España? Juas, juas, me echo a reír y a temblar al mismo tiempo. El Gobierno bastante tiene con haber “descubierto” ahora, según dijo Zapatero el otro día, que los parados que están haciendo cursos están “trabajando” en su formación. ¿Se puede tener más jeta?
No sé yo si, aunque el Gobierno, las Comunidades Autónomas, los Ayuntamientos o Petete avalaran las hipotecas nos empezarían a dar algunas con mayor facilidad que ahora.
Tampoco sé si al Gobierno le convendría con la cantidad de impagos que hay, ni si nos convendría a nosotros, teniendo en cuenta la mala salud financiera de la Administración Pública, que nos dejaría tirados a las primeras de cambio. Tal vez Petete, con su paga semanal, pueda tener más garantía y credibilidad que los políticos y gobernantes.
¿Pero quién pone el dinero que maneja el Gobierno? Nosotros, ¿no? O sea que se trataría de avalarnos a nosotros mismos. ¡Vaya trampa de sistema! Porque, créeme, ninguna Administración se mojará ni una miajita por nosotros, pudiendo quedarse el dinero para subirse el sueldo y ampliar la flota de coches de lujo o cualquier otro pijerío. Tampoco ninguna Administración hará nada que no tenga calculado al milímetro que pagaremos nosotros.
Además, aquí los bancos no se casan con nadie y si han decidido cerrar el grifo y esperar a que los pisos que han embargado empiecen a venderse, pero sin rebajar ni un céntimo, lo llevamos más cristalino que las aguas de las islas griegas. ¿O no?