Si los políticos y los banqueros echan el cierre para vaguear en agosto algo más que durante el resto del año, los simples mortales no deberíamos ser menos.
Solo en lo de echar el cierre, porque ¿quién no piensa que su trabajo es agotador y necesita unas siempre bien merecidas vacaciones?
Estamos en el cuarto año del segundo mandato de Zetapé Primero, el rey Bambi, y en paralelo corre el cuarto año de la crisis, aunque no corre tan rápido como nos gustaría, ni como corrían los años de bonanza previa a que Españistán se fuera al garete.
Los tiempos para los hipotecados siguen siendo difíciles: hemos dicho al adiós al Euríbor bajo, las nuevas hipotecas tienen cada vez más comisiones, las sentencias judiciales contra los bancos prosperan a ritmo de un tullido, el Gobierno aprueba reformas pero no lo suficientes, los embargos y desalojos se dan con más frecuencia de la que desearíamos, etc.
También sigue habiendo, como mínimo, más de 700.000 pisos sin vender y los bancos solo sueltan hipotecas para los que miran de reojo sus pisos y cumplen más requisitos que un maharajá.
Si el piso lo hemos comprado este año, el Gobierno nada social-ista nos ha quitado la deducción en Hacienda por tener hipoteca en nuestra vivienda habitual. Ha aumentado el sueldo que no nos pueden embargar para pagar la hipoteca al banco y también el valor por el que este chupasangre financiero se adjudicará nuestro piso en subasta: antes era el 50%, ahora es el 60%.
Las cláusulas suelo, los clips, los swaps y otros productos de nombre raro, uso poco ético y que rozan la ilegalidad, siguen estando en muchas hipotecas y dándonos tantos dolores de cabeza como falta de información tuvimos en su día en la sucursal que nos endiñó una hipoteca tan tóxica.
Los indignados, hipotecados y protestones varios han descubierto que si se juntan 50 o 100 en la puerta de una casa, consiguen que no dejen a una familia en la calle, por mucho que lleven una orden judicial en la mano. Hasta ahora son pocos, pero lo suficiente para que los jueces ya estén pidiendo que esas órdenes se cumplan.
Con 500 millones €, Adicae calcula que se podrían parar los desahucios en los tres próximos años, pero el Gobierno solo tiene dinero para préstarselo a las cajas: 22.000 millones € destinados a rescatarlas de la quiebra con el FROB (Fondo Ordenado de Reestructuración Bancaria) frente a los solo 78 millones € que han destinado con la línea ICO (Instituto de Crédito Oficial) a ayudar a las familias a pagar la hipoteca. En sus propias palabras, un fiasco y un fraude.
En el ojo del huracán está la dación en pago: ese sistema tan guay que permite entregar el piso al banco para cancelar la hipoteca. Está contemplado en la Ley Hipotecaria pero los bancos se hacen los suecos y no quieren aplicarlo.
Lástima, ni ellos tendrían ahora tantos pisos, ni nosotros tantas deudas. Dicen que perderían 4.000 millones € si admitieran la dación en pago. Pero, y nosotros, ¿cuánto hemos perdido ya? ¿Y cuánto nos queda por perder? Creo que ya ni la paciencia.
Como me estoy poniendo mala de recordar el panorama hipotecario, mejor os dejo descansar y echo el cierre hasta septiembre.
¡Felices vacaciones!